Es noche cerrada, nada se oye salvo el tañer de una campana. Y tras esto, el silencio y la soledad en el camino. Nadie sale de noche. El miedo mantiene a la gente en sus casas, y no es para menos, pues si hay algo que tema más el hombre que al propio miedo, es a la muerte y ésta recorre los bosques y caminos. Hablamos de una procesión de muertos, hablamos claro está, de la Santa Compaña.
Posiblemente sea la leyenda de transmisión oral más conocida de nuestra tierra, y su fama no conoce fronteras, pues ha llegado a cruzar el océano y transmitirse en América incluso. Hablar de esta leyenda es hablar de los orígenes de nuestra religión, pues está documentada su existencia desde antes del siglo XIII, remontándose incluso al siglo IV en la mitología celta antes de su transformación al cristianismo.
Cuentan las gentes de Galicia que esta procesión espectral atraviesa los montes y bosques en busca de almas. Parece mentira que en pleno siglo XXI, las leyendas antiguas aún puedan atemorizarnos, pero es que ciertamente, si hay un lugar en el mundo en el que aún pueda sentirse la magia en el aire, esa es sin ninguna duda Galicia, tierra de meigas. No hay más que adentrarse en sus pueblecitos para sentir que ahí, hay algo distinto, diferente. Será el olor a lluvia, a tierra mojada, el color de sus bosques, o esa atmósfera que se crea cuando se juntan determinados elementos, pero sin duda es única y es que quien viaja a Galicia nunca vuelve del todo, pues una parte de sí mismo queda para siempre allí.

¿Qué información poseemos sobre la Santa Compaña? Sabemos que es una procesión de almas en pena que consta de mínimo cinco miembros, aunque puedan llegar a ser más. El número mínimo se debe a que son los indispensables para portar ciertos instrumentos u objetos que son necesarios durante la procesión como puedan ser la cruz, un caldero con agua bendita, un estandarte, un farol y una campanilla, y por último el viático. Pese a esto, hay testimonios de personas que dicen haberse cruzado con esta singular procesión constando con menos miembros. El origen de esta leyenda no está claro, pues en la edad media ya había rumores sobre procesiones de muertos por toda Europa, pero sólo en esta tierra se ha mantenido intacta su leyenda y difusión. Podemos hallar algún símil de estas leyendas en la leyenda de la “caza salvaje” de Odín, en la cual el mismo dios de la guerra nórdico dirige una tropa de fantasmas en las noches de tormenta. En la mitología celta también se narran este tipo de procesiones, cuyo origen parece estar en la fiesta del Samaín.

Estéticamente, la Santa Compaña viste con túnicas largas y con capucha, de forma que el rostro queda tapado haciendo difícil su reconocimiento. Las versiones no se ponen de acuerdo sobre el color de la vestimenta variando entre blanco o negro. Portan velas o candelabros, lo que hace que esta luz sea lo primero que ve el caminante que tiene la desgracia de toparse con ella. Se dice que son portadores de un féretro en el cual quien tiene la desdicha de cruzársela, se reconocerá en el rostro del difunto, lo que significa que fallecerá en breve.

Pero si tienes la mala fortuna de toparte con ella, aun puedes evitar formar parte de esta tétrica procesión siguiendo una serie de consejos que varían según el lugar, pues pese a que esta leyenda está muy presente en Galicia, también lo está en el norte de Portugal y en zonas de Asturias. En cada zona los pasos a seguir son casi idénticos, pero con sutiles diferencias. Lo más sencillo y efectivo es hacer un círculo en el suelo e introducirnos en él. En algunas zonas se dice que además de dibujar un círculo, debemos dibujar una cruz en su interior. También debemos permanecer con los puños cerrados de forma que no podamos coger nada que quiera ofrecernos algún miembro de la procesión. Normalmente, será el personaje que vaya en primer lugar el que intente darnos algo, pues de esta manera quedará libre y nosotros ocuparemos su lugar. Otra versión dice que si poseemos un gato negro debemos arrojarlo contra la procesión de ánimas y huir.
Y más importante que todo esto, cuando huyamos debemos finalizar nuestro camino frente a un cruceiro, abundantes en los caminos rurales de Galicia. En caso de no hacerlo, la procesión acabará por encontrarnos y haciéndonos miembro de la misma. Además, si tuviéramos la desdicha de llegar con ellos al cementerio, se dice que nos invitarán a un banquete pero que bajo ningún concepto debemos tomar ningún alimento que nos ofrezcan, sino comer sólo los que llevemos con nosotros.

Se dice que la noche más fatídica suele ser la noche de todos los santos, noche en que esta procesión se encamina hacia Finisterre, el fin del mundo conocido, y zona en la que se supone que esa noche se abre un portal al otro mundo que atraviesan los demonios y las brujas, suerte que solo son leyendas. ¿Verdad?
Y es que la leyenda podría haber quedado en eso, meros cuentos de viejas, de no ser por las continuas apariciones de esta procesión a lo largo y ancho de la comunidad de Galicia, inmediaciones de Asturias, Portugal e incluso Salamanca. Las redes están llenas de testimonios de personas que afirman haberse cruzado con ella y todas relatan lo mismo: una aparición sobrenatural, silenciosa, y el frío que parece acompañar a la fantasmal comitiva. En la penumbra de la noche, con la lluvia que sacude estas tierras y acompañada por la niebla, una visión como esta asusta al más valiente. Es fácil pensar que todo puede ser una invención desde la seguridad de la ciudad, donde sólo la lógica parece tener cabida, pero de noche, en los bosques y caminos de Galicia, la magia y la brujería cobran mayor importancia y respeto.

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