Levantado para honrar a los dioses del Antiguo Egipto, destruido y nuevamente reconstruido, ampliado por cada soberano que lo contempló y que quiso dejar su huella para la eternidad, olvidado por el tiempo, oculto por las aguas del Nilo con cada inundación y finalmente rescatado por los ingenieros de la UNESCO, hoy podemos contemplar uno de los antiguos templos egipcios en el corazón de Madrid.
Erigido originalmente a unos 3900 kilómetros aproximadamente de su actual emplazamiento, el templo de Debod es el único templo del Antiguo Egipto que se puede visitar en España. Situado en el Parque del Cuartel de la Montaña, este precioso baluarte se encuentra actualmente en peligro debido a las inundaciones a las que se vio sometido en su anterior emplazamiento, las inclemencias meteorológicas de su actual ubicación y los constantes ataques vandálicos que ha sufrido en el pasado, como pintadas, que han provocado en el ya mermado recinto un efecto devastador.
En este artículo queremos repasar, no sólo la historia de este sagrado templo, sino también su actual estado y las políticas que se plantean para su conservación. Es necesario que la gente comience a darse cuenta de la dura realidad con respecto a este lugar, y es que pese a ser un museo, el hecho de encontrarse al aire libre y con un acceso tan sencillo, provoca que podamos hallarnos frente a los últimos años del templo en su actual ubicación.
Levantado originalmente sobre una meseta en el desierto nubio, a casi veinte kilómetros de la isla de Philae, Ta Hwt, “La Capilla” o Debod, como se le conocería posteriormente formaba parte de la ruta que seguían los fieles que acudían al recinto de la diosa Isis. Este templo del Imperio Nuevo fue consagrado originalmente al dios Amón en el punto en que según las leyendas la diosa Isis notó los primeros dolores del parto o dio a luz al dios halcón Horus, según la versión que leamos.
Por desgracia, este templo fue eliminado, y posteriormente para la creación del templo actual por parte del Adijalamani, se situó sobre la base del templo anterior quedando como resultado el santuario que conocemos hoy día. Su construcción se inició en el siglo II a.C. y fue ampliándose durante diferentes reinados.
Poco sabemos sobre este personaje nubio que se hacía llamar rey del Alto y el Bajo Egipto, salvo que vivió en la misma época que Ptolomeo VI. Fue un rey meroítico con cierto control sobre la zona de Debod, aunque se duda de su posición. Es cierto que dentro del templo aparece representado como faraón y portando la corona blanca del Alto Egipto y la corona roja del Bajo Egipto, pero dicha referencia sólo aparece atestiguada aquí.
Salvo en el templo de Debod, el único lugar en que se pueden observar inscripciones de este rey es en su cámara funeraria en Napata, cercana a la cuarta catarata, e incluso en este lugar el nombre es diferente, suponiéndose en este caso que era otro nombre real o que sea una confusión y no se refiera a él. No hay más menciones a dicho faraón ni queda reflejado en las listas reales salvo en una estela hallada en la isla de Philae.
Sofocadas las revueltas en el territorio de Nubia, los faraones Ptolemaicos se hicieron con el control de la zona y ampliaron el recinto en sucesivas obras. Los Ptolomeo añadieron capillas, una terraza y el primer pilono del templo. El segundo pilono sería añadido entre los años 172 a.C. y el 170 a.C. por Ptolomeo VI y Cleopatra II. Durante el reinado de Ptolomeo VIII se mandó levantar un sagrario para la estatua de la diosa Isis que por desgracia desapareció en el siglo XIX.
Ptolomeo XII mandó construir un segundo sagrario en honor a Amón que podemos observar aún hoy día. Esta naos en la que se guardaba la estatua del dios era la sala privada del templo, y actualmente sabemos que el que ha llegado hasta nuestros días era el más pequeño. Realizado en granito rosa de Assuán.
En el año 30 a.C. Egipto quedó bajo control de Roma con la victoria de Augusto sobre Marco Antonio y Cleopatra VII. Esto quedaría reflejado en la fachada y el vestíbulo del templo de Debod con varios relieves del emperador Octavio Augusto realizando diversas ofrendas a los diferentes dioses del panteón egipcio. Por desgracia, la mayoría de estas imágenes se perdieron en la segunda mitad del siglo XIX.
Gracias a documentos gráficos y testimonios que sí han llegado hasta nosotros sabemos que el tercer pilono del templo, levantado en época romana, desapareció a finales del siglo XIX y así lo dejaron reflejado viajeros y arqueólogos que visitaron el lugar entre 1896 y 1906. Los tres pilonos comunicaban el embarcadero a la orilla del Nilo con la entrada del templo a través de la denominada vía sacra, cuyas losas se perdieron durante las inundaciones y no llegaron a nuestros días.
Dibujos como los de Frederik Ludwig Norden, que, pese a no poder detenerse en la zona para ver detenidamente el monumento, nos permiten observar el estado del templo en el siglo XVIII. Otros viajeros atravesaron dicha zona dejándonos más imágenes del lugar como David Roberts, pintor romántico conocido por sus múltiples dibujos sobre el Egipto faraónico, o el arquitecto alemán François C Gau.
En el siglo XX, con la creación de la presa en Assuán, el gobierno egipcio solicita formalmente ayuda extranjera para la protección de los templos y monumentos egipcios. La zona de Nubia se convertiría en el objetivo prioritario, enviados a dicho territorio un grupo de egiptólogos e ingenieros para realizar un estudio preliminar de la situación. Finalmente, en 1954, en la octava sesión de la Conferencia General de la UNESCO se acordó la tarea de documentación de los monumentos de la Baja Nubia para su preservación.
Pese a la gravedad de la situación, la ayuda internacional se resistía a llegar. Los países del mundo observaban lo que ocurría, pero poniendo poco o ningún empeño en cambiar la situación. No será hasta el 6 de abril de 1959 que los países comiencen a ayudar a Egipto en su misión de proteger su patrimonio, y esto fue debido a las políticas que tuvo que tomar, facilitando las operaciones arqueológicas de dichos países en Egipto.
Además de esto, Egipto prometió entregar algunos templos a los países que más ayuda ofreciesen en la operación, iniciando así una especie de rifa de los templos nubios. Esto provocó un aumento de las ayudas y algunas disputas para conseguir tan ansiado trofeo. Ningún país ha hecho oficial los documentos de las donaciones de los templos salvo España, por lo que sabemos que más que una donación, fue una compra.
Como todos sabemos fueron entregados finalmente cuatro templos: Dendur, Ellesiya, Tafa y Debod. Cada templo era diferente y el estado de conservación, distinto en cada uno de ellos. Sabemos por ejemplo que Debod había perdido uno de sus pilonos y que en sus paredes podían observarse grafitis de viajeros de otras épocas o cruces cristianas.
El templo Dendur entregado a EEUU, ordenado construir por orden de Augusto, puede contemplarse actualmente en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. El templo de Ellesiya entregado a Italia fue levantado por Tutmosis III y dedicado a Horus de Miam y a la diosa Satis, y se puede visitar en el Museo Egipcio de Turín. El templo de Tafa formaba parte de una fortaleza romana en su emplazamiento original, y una vez entregado a Holanda, fue trasladado al Museo Nacional de Antigüedades de Leiden.
El último de los templos en salir de Egipto fue el templo de Debod rumbo a España, aunque lo haría bastante más tarde de lo que es el estado español hubiese querido, pues pese a encontrarse listo para su traslado en la isla de Elefantina en 1961, no sería hasta 1970 cuando por fin comenzó su traslado a territorio español.
Un arduo trabajo por parte del equipo de reconstrucción logró que finalmente el templo luciera como actualmente lo vemos, aunque no sin muchos problemas que resolver. Entre los principales problemas tenemos los duplicados de las referencias de las piedras o la falta de más planos originales. Sabemos también que más de una centena de bloques perdió su numeración, otros ni siquiera eran correctos…Todo un puzzle que, tras dos años de intenso trabajo, vio sus frutos el 18 de julio de 1972.
El lugar elegido fue la Montaña del Príncipe Pio, junto al paseo del pintor Rosales, y pese a las solicitudes del Gobierno Egipcio de que los templos debían ser salvaguardados, el Templo de Debod quedó expuesto al aire libre, contrariamente al resto que fueron expuestos dentro de los museos y con un acceso restringido.
Los problemas generados por la exposición a la dura climatología están provocando que el templo haya tenido que permanecer cerrado más tiempo del que se pensaba en los últimos años y limitándose el acceso a la zona de la planta baja en lo que es ahora mismo una muy breve visita.
Hay que tener en cuenta que no todos los bloques que se pueden observar en la estructura del templo son originales, sino que son bloques de granito salmantino que se utilizaron para reemplazar a los que por uno u otro motivo desaparecieron de la estructura, como pudieron ser los utilizados para viviendas en la zona de la baja Nubia por los pobladores locales.
La técnica utilizada en la reconstrucción y restauración del monumento se conoce como anastilosis y consiste en colocar los bloques nuevos de un color diferente y claramente diferenciado de los bloques originales para que el visitante que contempla la obra pueda apreciar que restos quedaron del monumento original y aprecie la reconstrucción realizada.
Pese a las graves pérdidas que sufrió el templo durante las inundaciones en Egipto, el mayor deterioro lo está sufriendo en nuestro país. Una climatología totalmente adversa en la que tanto la lluvia como la nieve, así como el viento, producen en la roca un desgaste que va a más cada vez. Este templo que sobrevivió en Egipto a saqueos, inundaciones y un sol abrasador, parece encontrarse frente a un final agónico en nuestra tierra.
Por otro lado, los actos vandálicos como puedan ser los grafitis en los pilonos o las paredes exteriores del templo son otro de los problemas a los que se enfrentan cada día los guardias encargados de la protección del lugar. Pese a que se solicita más presencia por parte de este grupo, la visión general que transmiten desde la institución es que el número de guardias es el correcto y los actos de este tipo han descendido considerablemente.
Se ha convertido en una imagen completamente cotidiana del lugar el poder ver las largas colas para acceder al recinto, y es que para evitar la masificación del lugar se limita la entrada a grupos de diez personas aproximadamente cada diez minutos. Esto permite ver el interior del monumento sin aglomeraciones de gente en fila india sin poder detenerse a apreciar los detalles que este maravilloso lugar ofrece al visitante.
Desde su apertura este año en verano, tras un cierre bastante largo, los visitantes pueden acceder a la planta principal, visitar la naos de Amón y disfrutar de un breve documental que hace un repaso sobre el lugar en una de las salas laterales. Además, al finalizar la visita al interior del templo se puede pasear por la terraza alrededor de los dos pilonos que aún posee y en los que se pueden observar grafitis contemporáneos y de época antigua.
Mucho se está debatiendo sobre las posibles actuaciones que se pueden llevar a cabo para la protección del monumento. Una de ellas, y la que más gusta tanto a egiptólogos como al conservador del templo, Alfonso Martín Flores, es el desplazamiento a un recinto cerrado como pueda ser el Museo Arqueológico Nacional u otro lugar en el cual el daño se pueda minimizar al máximo.
Otra hipótesis que se había comentado era la posibilidad de cubrir el monumento mediante una cúpula o cubierta, cómo las que puedan utilizarse en recintos arqueológicos, y que ya se han usado con anterioridad. De momento esta propuesta ha sido desechada porque plantea nuevos problemas con la función del templo como museo, cosa que no ocurre con los otros templos expuestos.
Otra posibilidad sería incluso la de dotar de un recinto arquitectónico y artificial al templo de Debod manteniendo así la misma ubicación en que se encuentra actualmente. La ventaja de esta propuesta sería obvia, pues protegería tanto de las inclemencias del tiempo como al aislar físicamente el lugar. Habrá que esperar a ver qué ocurre finalmente con este templo, patrimonio cultural de la ciudad.
La reciente visita del conocido Zahi Hawass, ex ministro de Antigüedades de Egipto, ha suscitado el debate y provocado que la conservación del monumento sea puesta en entredicho. Tras alabar la ubicación, ha criticado el estado en que se encuentra el monumento, a lo que no le falta razón. Pese a todo, es una pena que tengan que venir de fuera a criticar la conservación del lugar para que nos demos cuenta de lo necesaria que es una actuación inminente.
Desde el Ayuntamiento de Madrid ya se barajan diversas posibilidades para su recubrimiento y protección, aunque de momento no hay nada decidido. Pese a que en un primer momento se barajó la posibilidad de que todo esto se hiciese a partir de la próxima legislatura, la unión de los diversos grupos políticos ha provocado la aceleración del proyecto. A tenor de estos hechos, se abrirá un concurso de ideas para la elección del sistema de protección para el templo, aunque pese a la urgencia, todo queda relegado al menos hasta el próximo año.
Lo que es innegable es que necesita urgentemente una actuación que permita tanto el ocio en el recinto, la divulgación y, por supuesto, su conservación. Mientras los expertos deciden que hacer, a los que qué nos maravillamos contemplando su estructura, sólo podemos aprovechar y disfrutar de este lugar que tanto misterio oculta y tanta belleza muestra.
Bibliografía empleada:
- Debod. Tres décadas de historia en Madrid.
- El templo de Debod. Instituto de estudios madrileños.
- Egipto, tierra de dioses. Nacho Ares.
- Web del templo de Debod. https://www.esmadrid.com/informacion-turistica/templo-de-debod
Comentarios